RÍO PARAGUAY

 

Dejo la costa.

Subo a la canoa tambaleante

Y ya sentado en la tabla 

espero salir,

cruzar este río humilde,

momentáneo y siempre eterno.

Me llevan despacio

y voy siendo otro.

Siento en el alma el crujir de la madera,

me inclino hacia un borde

y a mano pesada

tocan mis dedos las arrugas del agua fresca.

El pasero habla poco,

tímido es su rostro,

ancha su espalda

a contraluz del horizonte,

rema

avanza,

sonríe y tensa sus brazos,

tal vez sabe que su empuje intermitente

abre los versos de la frontera.

Andan los camalotes paseando como nubes

en ese otro cielo 

debajo de nosotros.

Y al rato llegamos

de este lado o del otro,

cascotal de tiempo o barro antiguo;

me bajo

camino,

dejo la costa.



          Fotografía: Autor desconocido 



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